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Todos nacemos siendo naturales. El ser humano nace con todos los elementos para relacionarse con efectividad con las mujeres que le rodean. No hay más que analizar a los niños para darse cuenta. Un niño sano, en un entorno feliz no tiene miedo de relacionarse con otros niñ@s, se comporta de un modo Alfa, disfruta del proceso y no se deja impresionar por el dinero, ni la belleza. Al menos, esto es así, si pensamos en niños que se sienten queridos.

Pero algo ocurre en el camino de la vida adulta para que eso se tuerza. Parte se debe a la cultura, pero el verdadero daño se produce de puertas para dentro, de una forma mucho más sutil.

No es necesario nacer en la pobreza extrema, para tener una vida infeliz. Con tener unos padres que te traten como un “segundón” y que te nieguen su cariño haciéndote sentir un inútil, es suficiente.

Un padre que ridiculiza algún defecto físico o que te hace sentir que hagas lo que hagas nunca conseguirás estar a la altura de lo que se espera de ti, es también una buenísima forma de condenar a una persona al más profundo fracaso.

Casos como estos, y cosas mucho, muchísimo, peores son las que me he encontrado yo en mis alumnos. Detrás de cualquier complejo, detrás de cualquier miedo arraigado se esconde una triste historia de falta de cariño y de sensación de NO pertenecer o de NO ser suficientemente bueno. Hay que recordar que sentirse querido no es cuestión de que a uno le den muchos abrazos (aunque esto también es importante), sino de sentir que realmente nos aceptan, respetan y quieren como naturalmente somos.

Vivimos en la sociedad del “deberías haberte esforzado más”. Y no paran de repetirnos que para ganar la aprobación de nuestros padres tenemos que ser de esta forma o la otra, en vez de poder ser, simplemente tal cual somos. Por eso, luego, al hablar con una chica, estamos tan bloqueados. Nuestra mente no para de recordar que NO estaremos a la altura. Y esa es la base de todos los miedos, complejos, etc… Ese tipo de cosas nos condenan a pensar que, hagamos lo que hagamos, no nos merecemos la felicidad.

Esto no es algo obvio, pero está ahí. Una de las razones por las que NO comulgo en nada con la visión tradicional de la seducción, es porque intentan ocultar esto y se centran en metas estúpidas, superficiales e infantiles como conseguir muchos números de teléfono…o follar a todas horas. Pero nadie se da cuenta de que para muchos, la meta no es follar, sino poder sentirse libre, poder quererse a sí mismo tal cual uno es y poder, simplemente, disfrutar de la compañía de una mujer y gustarla por lo que uno realmente es.

Es imposible vivir una vida plena si todo eso nos falta. Y espero, de corazón, que no sea necesario acostarse con 1000 mujeres para darse cuenta.