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Los seres humanos no somos iguales. Somos equivalentes, que no es lo mismo.

Un dólar es equivalente (a día de hoy) a 0’70 euros. No es IGUAL, a 0’70 euros. Y no es igual porque si fuera igual, yo podría irme a un pueblecito de Cuenca y pagar el papel higiénico en dólares y NO puedo. Del mismo modo que tampoco puedo comprar una tostadora con Euros en Wisconsin. Es equivalente en el sentido de que, en teoría, después de una conversión…y tomando algunos valores de cambio de referencia, al final los valores numéricos de equivalencia son esos.

¿Qué tiene igual un hombre a una mujer? Nada. ¿Qué tiene equivalente? Casi todo.

De igual forma que un sueco no tiene NADA igual a un chino. Ni su cultura es igual, ni su genoma es idéntico, ni su nivel de vida es parecido, ni tienen la misma cultura, ni piensan del mismo modo, ni sienten las mismas cosas, ni se comunican con los mismos símbolos, ni tienen el mismo tipo de entorno, etc. Es decir, son totalmente distintos. Totalmente desiguales. Pero en rasgos generales, y tomando algunas medidas de conversión sí que son EQUIVALENTES:

De alguna forma, su cultura promueve, al final cosas parecidas a las de Suecia.
Cuando se enamoran, de cierta forma y eventualmente, tienen sentimientos parecidos (aunque no iguales).
Pese a hablar idiomas distintos, la mayoría de sus palabras (aunque no todas) se refieren a las mismas cosas.
Aunque genéticamente tengan rasgos, genes y enfermedades TOTALMENTE distintas, el cuerpo humano de ambas regiones es parecido, tiene muchas cosas en común y funciona de forma parecida en lo esencial.
Etc.

Pero no hace falta irse a China. En nuestro mismo país y en nuestra mismo vecindario tenemos el mismo fenómeno. Nadie puede ser igual a nadie, sólo podrá ser equivalente. Sé que no es políticamente muy correcto decir que la mujer no es igual al hombre. Pero NO lo es. Por muy poco políticamente correcto que sea, NO LO ES. Es equivalente, de la misma forma que un chino es equivalente a un Sueco. Eso sí, como intentes hablar con el sueco en chino, vas apañado.

Que el hombre no sea igual a la mujer no quiere decir que sea superior. Simplemente quiere decir que prácticamente NADA de la vida de un hombre, va a ser igual ni se va a sentir igual de cómo lo siente una mujer. Y esto hay que entenderlo totalmente. Las necesidades que tienen ambos son TOTALMENTE distintas. Esto se dice a menudo, pero nadie entiende la profundidad de lo que esto significa.

Una de las mayores premisas que tiene la sociología es que para generar la igualdad entre hombres, hay que ofrecer un sistema desigual, porque sólo la desigualdad, compensa la desigualdad. Pondré un ejemplo.

Si quiero que todos los niños tengan acceso a la educación, la forma de conseguirlo es siendo muy desigual en las facilidades: dando muchísimas más facilidades a los niños pobres que a los niños ricos. ¿Esto es políticamente correcto? No mucho, especialmente si los padres de los niños ricos, son los que subvencionan al político. Pero es la única forma de que el sistema educativo fuera justo.

Para que una mujer sea feliz, ¿hay que ofrecerle, a nivel existencial, lo mismo que a un hombre? Jamás. Esa sería la mejor forma de hacerla desgraciada. Y lo mismo ocurriría con los hombres. Tenemos necesidades TAN distintas que aún no he encontrado ni un solo ejemplo de armonía entre hombres y mujeres en los que ambos se comporten de forma igualitaria, haciendo los mismos roles. Esto no puede ser. Y todo lo que vaya en esa dirección, garantiza el fracaso de la relación.

En teoría, sé que muchos saben esto…pero el problema es que lo aplican con MIEDO. Si queremos tener éxito, tendremos que aplicar estos principios con mucha seguridad y, a veces, de forma muy extrema. Especialmente con una mujer joven que tenga MUCHAS opciones.

O dicho de otra forma, si somos chinos y queremos triunfar en Suecia, más vale que entendamos que los suecos tienen necesidades COMPLETAMENTE distintas a los chinos. En su mundo no hay NADA que sea “igual”. Como mucho, será equivalente.