En la vida hay veces que no valen términos medios…hay áreas en las que simplemente, algo se hace o no se hace y que no vale hacerlo a medias. Esto pasa, por ejemplo, si estamos haciendo funcionar un aparato eléctrico. O se enciende, o no se enciende. Pero no se puede encender a medias. Una vez encendido, puede funcionar con algún fallo, pero hay unos mínimos que hay que cumplir sí, o sí.
Con las emociones ocurre parecido. Si yo, por ejemplo, me siento preocupado…esa preocupación no va a desaparecer hasta que yo elimine un mínimo de aspectos que son los que están alimentando esa preocupación. Digamos que, si yo tuviera diez o quince aspectos que me están preocupando…mi sensación de preocupación no se verá reducida hasta que limpie todos los aspectos. O al menos un mínimo considerable de ellos.
Entender esto es muy importante, porque muchos aprendices de Tapping piensan que no están haciendo bien las sesiones porque después de 10 o 15 minutos aún no notan mejoría. Y muchas veces, simplemente es un problema de que aún no han “limpiado” el mínimo de aspectos necesario para notar mejoría.
A mí me gusta hablar de la metáfora de talar un árbol de 1 m de diámetro.
Si yo estuviera intentando talar un árbol me encontraría ante un problema similar al de arrancar un aparato eléctrico. El árbol o se cae, o no se cae, pero no puede caerse un poco. Tendré que trabajar mucho sin notar resultados, hasta que de pronto, dando el último hachazo, el árbol finalmente se caerá.
Cuando yo empiezo a talar el árbol, voy quitando trozos de madera poco a poco. Trabajo dando vueltas y talando por varios sitios distintos y podría estar horas haciendo este trabajo, sin que el árbol se cayera. Si alguien viera el árbol (erguido, sin caerse) desde lejos, pensaría que el “talador” no está haciendo nada. Pero la realidad es que sí está haciendo. El problema es que hasta talar una cantidad X de madera, el árbol no está en situación de caerse.
Con el Tapping ocurre exactamente lo mismo. Cuando yo empiezo a hacer Tapping voy haciendo aspectos y frases una detrás de otra. Mi estado de ánimo puede seguir igual, pero eso no quiere decir que no esté avanzando. Eso sólo significa que aún no he cumplido los mínimos que mi cerebro considera necesarios para bajar la intensidad de la emoción.
En ese caso, lo que hay que hacer es seguir haciendo Tapping, el tiempo que HAGA FALTA hasta que la emoción empieza, finalmente, a bajar de intensidad. Incluso, durante la sesión, la emoción puede que se nos muestre con más intensidad (ya hablé de esto en el artículo “El valle emocional”), de igual manera que cuánto más talemos el árbol, más dura será la madera porque estará soportando, proporcionalmente, más peso. Pero esto es normal. Lo importante es seguir y seguir con la sesión hasta que empecemos a notar alivio realmente.
Como bien dijo un lector, no hay normas fijas con respecto a la duración de la sesión. Depende de cómo vayan apareciendo las emociones y con qué intensidad. La única regla es que hay que seguir haciendo Tapping hasta que la intensidad de las emociones bajen y notemos alivio con respecto a ellas.
genial Álvaro!
esta metáfora sirve para el tapping y para muchos aspectos de la vida… Realmente bueno el artículo!