Se puede ser cabrón sin serlo
Las mujeres están evolutivamente programadas para fijarse en el “macho alfa” de un grupo. Por eso el “cabrón” es tan atractivo. El cabrón no es otra cosa que un macho alfa, venido a menos. No me parece útil entrar en términos morales. Es mejor intentar entenderlo, en vez de intentar juzgarlo como malo o bueno. Igual que los hombres nos sentimos atraídos por una mujer con pechos grandes y redondeados, o por mujeres con el cabello cuidado… (porque son rasgos que subcomunican fertilidad), las mujeres es lógico que sientan atracción por la figura de un hombre más “dominante” que el resto.
Por supuesto siempre hablando de una forma general e instintiva. Hay excepciones, pero se cumple en la inmensa mayoría de los casos. En vez de luchar contra estos principios, considero que es mucho más inteligente aceptarlos, entenderlos y saberlos gestionar.
En mi humilde opinión lo interesante es ver en qué forma podemos subcomunicar como hombres ese carácter un poco más dominante, consiguiendo cumplir los siguientes requisitos:
1- No hacer daño ni manipular a ninguna chica.
2- Saber, al mismo tiempo, cuidar de ellas y preocuparnos de estar ahí por si nos necesitan.
3- Ser personas estables y respetuosas.
4- No dejar de ser nosotros mismos.
Considero que esto es posible gracias a promover, con nuestra actitud, los siguientes principios:
1- Que no buscamos su aprobación, ni necesitamos gustarle para sentirnos bien interiormente.
2- Que no regalamos las cosas para conseguir resultados.
3- Que tenemos unos valores sólidos que no son negociables y que forman parte de lo que somos como hombres.
4- Que tenemos abundancia de opciones y no tenemos miedo de renunciar a estar con una mujer, si esa mujer no nos hace felices… y si no demuestra que merece nuestro tiempo.
5- Que entendemos que el “flirteo” y un pequeño “toma y daca” es necesario para que una relación sea sana y plena.
Teniendo estos cinco puntos en cuenta, podemos posicionarnos en la cabeza de una mujer de forma muy parecida a lo que sería un “cabrón”, activando los mismos mecanismos, pero sin caer en la destructiva figura tradicional que necesita humillar y utilizar a una mujer para atraerla.