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Los hombres y las mujeres somos completamente distintos. No somos capaces de darnos cuenta de las implicaciones brutales y radicales que estas diferencias tienen en la vida diaria ni de lo abismales que son. La cultura popular pro igualdad de los últimos 40 o 50 años… aunque con cierta lógica social, ha difundido una y otra vez la errónea y ya refutada científicamente creencia de que hombres y mujeres somos iguales.

Los hombres somos muy distintos de las mujeres. Valoramos cosas distintas, necesitamos cosas diferentes, destacamos positivamente en áreas dispares y nos comunicamos en lenguajes diametralmente opuestos. Nada se procesa igual en la mente de un hombre que en el de una mujer.

Y por si esto fuera poco, la sociedad no hace otra cosa que potenciar aún más esas diferencias.
Los estudios científicos de los últimos años han demostrado, sin lugar a dudas, que los cerebros del hombre y la mujer son estructuralmente diferentes.

Se pueden dar infinidad de datos técnicos de cuáles son esas diferencias, pero la esencia de todo es que el hombre moderno es el descendiente de los mejores cazadores (y nuestro cerebro está pensado para funcionar bien en las áreas que antiguamente se asociaban con la caza y la lucha), y la mujer actual es la descendiente de las mujeres más cooperativas, más empáticas y con más capacidad de actividad multitarea en el cerebro (por eso la mente femenina es tan brillante en comunicación, gestión emocional y resolución pacífica de conflictos).

Somos muy distintos. Muchísimo. E interpretamos la vida de forma radicalmente distinta.
No podremos ser felices si no somos capaces de entender estas diferencias de una vez por todas. El primer paso para ser feliz y tener éxito en la vida es aceptar la realidad. No podemos cambiar nuestra realidad, si no somos capaces de aceptarla antes. Una y otra vez intentamos interpretar el comportamiento del sexo contrario a través de lo que “nosotros haríamos”, pero es que ellas no son nosotros. Ni nosotros somos ellas. Ellas tienen un cerebro pensado para unas cosas y nosotros para otras. Así que es IMPOSIBLE que pensando bajo nuestro razonamiento, seamos capaces de interpretar correctamente el suyo.

Esto es como aprender un idioma. No se trata de intentar ver si sus palabras significan algo en “nuestro” idioma, sino de entender que en su idioma, eso significa algo totalmente distinto. Al igual que “burro”, en español, es un animal, y en italiano significa “mantequilla”. Si un italiano me dice que va a comprar “burro”, tendré que entender que va a ir al supermercado, y no a un establo. Sé que el ejemplo parece ridículo, pero día a día cometemos errores igual de ridículos al intentar entender al sexo opuesto.

No en vano, la tasa de divorcios y rupturas de pareja es altísimo… al igual que el nivel de infelicidad dentro de las parejas que permanecen juntas.

No intentes entenderlo bajo tu punto de vista. Estudia, lee, analiza y practica la comunicación una y otra vez centrándote en aprender SU idioma, interpretando su comportamiento desde su “punto de vista” y no del tuyo.