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Cómo somos. Vol. 5. Las cuatro razones

En los artículos anteriores mencionamos que todas las acciones del ser humano tienen, directa o indirectamente, relación con satisfacer una de las cuatro necesidades que tiene instalado nuestro cerebro reptiliano de serie, para sobrevivir. Estas cuatro grandes necesidades son:

  1. Estar sano y sin dolor.
  2. Alimentarnos.
  3. Llevarnos bien con los seres del entorno.
  4. Reproducirnos.

Muchos de vosotros me podéis decir que hay acciones, como escuchar un concierto o discutir de política no tiene nada que ver con estas cuatro funciones básicas. Y ese razonamiento es lógico… pero equivocado.

La clave está en que la relación con esas cuatro áreas muchas veces está implícita de forma sutil, refinada, simbólica o indirecta.

Ir a un concierto es una forma indirecta de socializarnos, entrar en contacto con gente que tiene nuestros mismos estilos (tribus urbanas afines), que nos ayuda a desarrollar la inteligencia porque nos da precisión a la hora de interpretar estímulos del medio (la gente que escucha y ejecuta música desarrolla áreas del cerebro asociadas con la supervivencia), etc. Con lo cual, estaría, indirectamente satisfaciendo el punto número tres.

Una persona que discute no está haciendo otra cosa que defender sus ideas (y las de su tribu). Eso le hace ser respetado entre sus iguales y ser percibido como una persona de cierto estatus intelectual (esto también contribuye a llevarse bien con los seres del entorno –punto número tres-, porque alguien respetado sobrevive mejor que alguien al que se considera de poca relevancia).
Repito que TODO lo que hacemos en la vida tiene que ver con estas cuatro áreas. Y es lógico.

Estamos en la tierra para sobrevivir y llevarnos bien los unos con los otros. El ser humano tiene una mente compleja y simbólica que le hace trabajar no sólo de forma directa y cortoplacista… sino también invirtiendo tiempo en el trabajo a largo plazo y con gestiones sociales y simbólicas indirectas. Pero al final, todo es motivado por una o varias de estas cuatro grandes necesidades: la salud y el bienestar físico; la obtención de alimento; la socialización positiva o la reproducción y satisfacción sexual.

Esto no hace la vida menos bonita, ni menos espontánea… es parte de lo que somos. Es la realidad y no le quita belleza a que nos podamos sentir enamorados; a ser compasivos con la gente que nos rodea; o en aprender a estar en paz con nosotros mismos. Que esas acciones tengan una relación indirecta con funciones básicas para sobrevivir, no quiere decir que no las podamos sentir de una forma intensa y maravillosa.

Pero cuando luego queramos entender el comportamiento de las personas que son importantes para nosotros, deberemos ser capaces de entender estas cuatro áreas y ver de qué forma cada persona las aplica, las interpreta y las siente.

Fans, no clientes

Hoy os traigo un interesante vídeo sobre la diferencia entre los fans y los clientes. Y me parece bastante relevante porque en nuestra relación con la gente que nos rodea se pueden aplicar casi todos los principios que se comentan en el vídeo. La persona realmente atractiva, y con una personalidad genuina no necesita embaucar ni “seducir” a nadie… y gusta por lo que es.

Neocortex: el cerebro racional

Neocortex

El Neocortex

El cerebro Neocortex está formado por las partes de nuestro cerebro que gestionan la inteligencia abstracta, el razonamiento, el lenguaje, la memoria, etc. Es lo que determina la noción estándar de “inteligencia” de una persona.

El cerebro Neocortex es, sin lugar a dudas, el que más nos diferencia de los animales, ya que sólo el ser humano posee estas cualidades.

La inteligencia humana producto de este cerebro es muy asombrosa y es lo que ha hecho que el hombre sobreviva y sea capaz de ser el animal dominante en el planeta… pero aún a pesar del inmenso poder que tiene esta parte de nuestro cerebro, al fin y al cabo, el Neocortex está al servicio del cerebro Reptiliano que es el que realmente marca las tendencias y las necesidades que todos tenemos.

La diferencia entre una persona muy lista (con un Neocortex muy desarrollado) y otra muy poco inteligente no está en sus motivaciones, sino en cómo gestionan su vida para conseguirlas. La persona muy inteligente estudiará más y mejor, pensará más y mejor, se comunicará con más habilidad y gestionará sus recursos con más eficiencia. Pero al final, buscará lo mismo que cualquier otro ser humano:

  1. Conseguir alimento (estudios, trabajo, etc.).
  2. Estar sano y en buen estado físico (ir al médico, comer bien, leer de nutrición, ir al gimnasio, hacer deporte, etc.).
  3. Tener una buena relación con las personas y seres que le rodean (tener amigos, amar, cuidar a los seres queridos, desarrollar una buena personalidad, ser compasivo, etc.) .
  4. Reproducirse (ponerse guapo, aprender dinámicas sociales, emparejarse, enamorarse, tener relaciones sexuales, etc.).

Es decir, que sus deseos, acciones y aspiraciones se basarán en los mismos instintos primarios que TODOS tenemos como seres humanos.

Es importante entender que cada persona es un mundo, con creencias distintas, razonamientos distintos, idiomas distintos y formas de sentir diferentes, pero hay cuatro cosas que todos los seres humanos tenemos en común… y esas cuatro cosas son las que nos dan la vida y parten de nuestro cerebro Reptiliano.

Entendiendo estas cuatro funciones básicas que todos los seres humanos tenemos innatos en nuestros genes y grabado a través de los siglos en nuestros cerebros… podremos entender cualquier comportamiento humano, por enrevesado, contradictorio o absurdo que parezca en un primer momento. Ya que todas nuestras acciones, directa o indirectamente, tendrán relación con satisfacer uno de estos cuatro instintos primarios.

Puede ser complicado desenmarañar la compleja y profunda relación que estos cuatro instintos tienen entre sí (porque a veces unos anulan a los otros). Pero son las cuatro causas que al final van a estar presentes de forma implícita en todos nuestros actos.

Emmanuel Kelly

Hoy os traigo un bonito y motivador vídeo de un programa que cada vez respeto y admiro más, por los ejemplos y las historias que día a día ofrece. Se trata de “Tienes Talento”, esta vez la versión australiana. Un ejemplo más de que el ser humano lo puede todo. Aunque en este caso, el mérito lo tiene casi más la madre que los hijos. Espero que os guste.

Cerebro Límbico: qué es y para qué sirve

Cerebro Límbico

El cerebro límbico

El Cerebro Límbico es la parte de nuestro cerebro que gestiona las emociones como el amor, el odio, el apego, la tristeza, la frustración, la sensación de bienestar, el estrés, etc.
La gestión emocional de un animal es muy simple y primitiva. Es decir que los animales tienen unas emociones muy simplificadas que son más instintos que emociones. Se enfadan, se muestran sumisos y poco más. No tienen mucho más espectro de acción, su cerebro límbico es muy limitado (y a veces inexistente). Los seres humanos, en cambio, tenemos una infinidad de emociones y sensaciones internas que nos dan mil matices distintos a la hora de sentirnos y comportarnos cuando interactuamos con el mundo. Nuestro cerebro límbico está mucho más desarrollado.
No sólo nos enfadamos, sino que podemos hacerlo, con odio o sin él, con agresividad o sin ella, de forma permanente o momentáneamente y generando un enfrentamiento violento o sin él. También podemos hacerlo con un grupo de gente, o discriminando entre personas, etc.
Del mismo modo, cuando estamos contento, podemos estarlo mucho o poco, en muchas situaciones o de forma excepcional, con un suceso o varios, etc.
Es decir que tenemos muchísimas más emociones y reacciones que un animal y con mil matices diferentes. Todo ello es lo que nos configura como seres humanos. A la zona de nuestro cerebro que gestiona todo este entramado de sensaciones internas, se le llama Cerebro Límbico y su fuerza e importancia para la vida, la felicidad y el éxito es poderosísima. De hecho se considera que el  90% de las decisiones se toman en base a la gestión de esta parte del cerebro.
El Cerebro Límbico no deja de ser una parte de nuestra mente que carga programas mentales de lo que está bien y lo que está mal. Aunque las emociones tienen mil matices, básicamente hay dos tipos de emociones: las agradables y las desagradables.
Las emociones agradables se instalan para todo lo que hacemos que a nuestra mente (en ese momento) le parecen cosas positivas. Por eso lo normal es que a todos nos guste: comer, estar sanos, hacer bien las cosas, tener cariño de la gente que nos rodea, etc. Y también por eso, lo más lógico es que a casi todo el mundo le disguste: estar enfermo, pasar hambre, llevarse mal con la gente, etc.
Es decir que nuestra mente límbica hace lo siguiente: cuando ve que algo es bueno y nos ayuda a sobrevivir (como por ejemplo comer)… instala un programa emocional de recompensa que hace que siempre que hagamos eso (comer en este caso) nos haga sentir a gusto y feliz. Por eso las comidas nos dan tranquilidad, nos hacen sentir a gusto y nos generan endorfinas y sensación de bienestar.
Por el contrario, cuando nuestra mente ve que algo es malo para sobrevivir (como por ejemplo, cortarse con un cuchillo) nos hace instalar emociones negativas para asegurarse de que no lo hacemos más. Por eso cuando nos cortamos, además del dolor físico sentimos miedo, fracaso por la mala gestión de nuestras manos, estrés de ver la sangre, etc.
Tanto las emociones positivas de refuerzo, como las negativas de evitación, son NECESARIAS para sobrevivir. El problema es que no siempre están programadas de forma adecuada.
En el próximo artículo veremos más en profundidad la importancia de este cerebro y su relación con el reptiliano.

Cerebro reptiliano: qué es y qué gestiona

cerebro reptiliano

El Cerebro Reptiliano

El Cerebro Reptiliano es la parte de nuestro cerebro que tenemos en común con el resto de los animales. Es el que gestiona los instintos primarios y tiene cuatro metas básicas:

  1. Alimentarnse
  2. Buscar un estado de salud física, sin dolor físico
  3. Llevarse bien con los seres del entorno
  4. Reproducirse
Lo importante es entender que el hecho de que estemos vivos se lo debemos al cerebro reptiliano. Todo empieza ahí. Es decir, que los otros dos cerebros (el límbico y el neocórtex) trabajan para hacer más eficiente el trabajo del cerebro reptiliano, pero TODO parte del reptiliano.
Al cerebro reptiliano yo le llamo cariñosamente “el cocodrilo”. El cocodrilo sería pues, esa parte de nuestro cerebro que gestiona esas cuatro funciones básicas y que es igual en nosotros que en cualquier otro animal.
Cualquier acción o pensamiento que podamos tener en la vida, está condicionado indirectamente con alguna de esas cuatro funciones básicas. La única diferencia entre un animal y un humano es que esas cuatro metas las aplicamos de forma mucho más eficiente los humanos. Por ejemplo, un perro para alimentarse simplemente intenta buscar comida “hoy”. El ser humano estudia una carrera y se busca un buen trabajo para conseguir tener comida siempre.
Un gato está a gusto con sentirse bien físicamente “hoy”. El ser humano va al gimnasio, lee de nutrición y va con regularidad al médico para estar sano siempre.
Un león se conforma con llevarse bien con los seres del entorno “hoy”. El ser humano aprende habilidades sociales, desarrolla su inteligencia social, aprende artes marciales, consigue estatus en la oficina, etc. para intentar garantizar esa posición privilegiada en el grupo en el futuro.
Y, por último, un animal intenta simplemente tener sexo cuando ve alguna hembra, dependiendo de la suerte. El ser humano se enamora, desarrolla sus habilidades de comunicación, estudia libros de seducción, se apunta a páginas de contactos, intenta ligar por Facebook, se apunta a un gimnasio, etc.
Pero todo, absolutamente todo lo que hace el ser humano, por contraintuitivo que pueda parecer, al final está conectado con una de estas cuatro funciones básicas. Es imposible ser feliz si no sentimos que estas cuatro funciones básicas están cubiertas. Nuestro cerebro no nos deja estar en un estado de relajación y bienestar si no sentimos que estas cuatro áreas están satisfechas.
La atracción con una mujer comienza cuando somos capaces de gustarle a su “cocodrilo” (su cerebro reptiliano). Ella sólo podrá estar a gusto cuando su cerebro reptiliano sienta que todo va bien. Y para gestionar su interés y su bienestar a nuestro lado tendremos que entender qué es lo que su “cocodrilo” demanda.
Recuerda que la atracción NO es una elección. No es algo que se pueda decidir conscientemente. Es algo que decide el cerebro reptiliano.